Todo lo que pasa en el departamento del Chocó es difícil, duro, peleado, incompleto. Las soluciones llegan a medias y para conseguir lo mínimo, lo obvio, hay que protestar, reclamar y parar. Va terminando el primer mes del año y los trabajadores del hospital San Francisco de Asís en Quibdó se ven obligados a trabajar a medias. A estas alturas les deben todavía salarios y prestaciones del año pasado. Hay atrasos desde el mes de agosto. El hospital fue intervenido en el año 2020 y en buena hora porque todo era un desastre. El asunto es que se tapa un hueco, se paga una deuda y surgen más. La interventoría dice que les deben 24.000 millones de pesos y buena parte de esos recursos son de dudoso recaudo porque los deben empresas liquidadas.
Al final es tan frecuente la protesta que la anormalidad laboral es ya la normalidad en este hospital. ¿Cómo trabajar si el salario no llega? ¿Se imagina haber trabajado un día tras otro y que no le hayan pagado los últimos dos, tres, cuatro meses? La Navidad fue amarga para los trabajadores de la salud de este hospital. Y el problema, siendo muy grave, va más allá de los salarios porque lo que está en juego es el servicio de salud de toda una región. Hablamos de personal que no tiene insumos ni herramientas suficientes para atender a sus pacientes. Y eso cuando estamos en plena pandemia y cuando se califica de héroes a quienes le ponen el pecho al virus. Héroes sin pago, sin analgésicos, sin antibióticos, sin lo mínimo para poder trabajar. Es mejor no llamarlos héroes sino seres humanos que necesitan, como todos, elementos para trabajar y que les paguen sus salarios justos y a tiempo.
La historia del hospital San Francisco de Asís es una pesadilla sin fin que suma liquidaciones, intervenciones, crisis, paros, intentos de arreglo y nuevas crisis. Para la muestra un par de hechos de su caótica historia: El actual hospital fue creado en diciembre de 2016, cinco meses después de que el anterior hospital del mismo nombre fuera liquidado. Lo liquidaron por inviable y el que era nuevo en el papel tampoco funcionó porque resultó ser el viejo en la realidad. No habían pasado cuatro años de su creación cuando fue necesaria una nueva medida: la Superintendencia de Salud lo intervino el 11 de junio del año 2020 y cuando se hizo se argumentaba la existencia de todo tipo de problemas: “Deudas con el personal médico, carencia de medicamentos, cirugías represadas, malas prácticas higiénicas y deficiente planeación”. En el momento de la intervención, según los reportes de la entidad, “les debían cinco meses de salario al personal de planta, cuatro meses y medio a los especialistas y siete meses a los que estaban contratados por órdenes de prestación de servicios”. Un año y medio después siguen las deudas y el drama de los trabajadores.
En un balance presentado por la Superintendencia un año después de la intervención se reportaron algunas mejoras en recaudo de dinero y reducción de los pagos pendientes. Sin embargo, la situación sigue crítica y lo real es que los trabajadores siguen sin recibir su pago a tiempo.
En un pronunciamiento desesperado, la enfermera Kelly Mena en RCN Radio recordó que el último mes que les pagaron a los trabajadores de planta fue julio y ya estamos terminando enero. Cuenta Kelly que “la mayoría de compañeras se están enfermando, no hay insumos, pero sí exigen que debemos estar puntuales sabiendo que no tenemos para el pasaje ni con qué dar de comer a los hijos. Estamos suspendidos de la salud… somos trabajadores de la salud sin salud”. Como si fuera poco, 30 trabajadores reportaron amenazas de grupos ilegales ¡porque no les han pagado la extorsión! Esto pasa en el hospital San Francisco de Asís en Quibdó, Chocó. Un hospital primero liquidado, luego intervenido, que no acaba de salir de una eterna condena.
Por Yolanda Ruiz